domingo, 14 de junio de 2015
Pohjola.
Recuerdo estar al borde de un gran acantilado, no como los de la costa inglesa, no; mas bien es un acantilado de unos 400 metros. Abajo, el mar picado golpea las rocas tan fuerte como si de una explosión sideral se tratase. el viento sopla fuerte y viene del oeste, es un viento impetuoso, poderoso y constante. Creo que si el espíritu existe debe ser así.
A lo lejos bien al norte solo se divisa mar y mas al este los escarpados que continúan a lo largo de aquellos filos que terminan abruptamente con un fondo mezclado de rocas y agua. Hace frío, tanto que le llamo el frío de los puñales pues se siente como hiere con solo tocar la atmósfera; corta. Se siente la paz y la quietud de lo mas sereno así como es estar en medio del cosmos.
Algo que siempre recuerdo es el olor a piedra enmohecida, a tronco podrido con un leve tinte de océano, ofreciendo una mixtura de olores indescriptibles que me recuerda los bosques en otoño de las tierras bajas donde habitan duendes, hadas y todo eso que dicen, aunque para nosotros eso pierde sentido por que cada guerrero que se distinga y se precie de serlo no tendría miedo de tales cosas. -Antes moriría valiente y no viviría como un cobarde-, diría mi padre que nunca entendió estas supersticiones y no las acepto a lo que continuaba diciendo:
"Odin nos protege y Thor con su martillo los aplastaría como una mosca
-finalizaria-"
Recuerdo estar cansado quizás de la larga caminata que nos lleva bordeando la costa mas hacia el norte, el hadeo incesante lo recuerdo pues el aire se llenaba de vapor constantemente como si fuera una nube que exhala el mismo Odin.
Algo de aquel lugar para mi es intrigante y por ello el motivo de mi parada a ver el paisaje. la ausencia de nieve me ha extrañado, no es normal esto -me dije- sabia que los dioses me estaban diciendo algo, aunque no supiera que era.
Extrañe la nieve en ese momento. La suave manera en que cae y cubría la aldea donde vivía, los valles, las montañas, los ríos, los arboles, las rocas, los lagos e incluso el mar.
Recuerdo que de niño había un viejo árbol del que mi padre decía que era tan viejo como el Bifrost y en el cual le gustaba jugar con su padre; en verano le gustaba recostarse a ver pasar el día con una pajilla en su boca-comentaba- mientras meditaba.
A mi en cambio me gustaba verlo ahí y pensaba "cuando grande seré como ese viejo árbol, fuerte" así pasaban los días de mi niñez. Un día después de que cayó la nieve como siempre pasaba por allí y me di cuenta que ya estaba cansado de cargar con el peso que todos los años tenia encima, ya de la temporada pasada se habían roto algunas ramas pero en la luna anterior rompió tantas como vi jamas. ese día el árbol finalmente se rompió y cayó al suelo. Supe que jamas se levantaria. Entendí que a la fuerza la rompe la constancia y siempre que me enfrentaba a mis enemigos en batalla recordaba aquel viejo árbol que la nieve derribó.
Hoy, de nuevo he visto nevar; quizás ya hace en mucho tiempo de eso, tiempo que no puedo contar pues no hay medida para saberlo y, mientras caía la nieve, recordé ese acantilado mientras lo bordeaba y viajaba hacia el norte, recordé un tiempo que no es ahora y se que esa nostalgia de mis amadas tierras del norte jamás se borraran de mi memoria. se que lo que nos define no puede ser olvidado y hoy recordé de nuevo que soy Frey como el nombre del hijo de Odin.
Hoy el destino me encontró mientras caía la nieve como a los demás mortales. Ya no camino por mis montañas amadas. Ahora veo a Heimdhal. Camino por el Bifrost para entrar al Valhalla. Ahora Odin espera mi einherjar y a otra batalla a otro "mundo" me llevará.
Mi espada descansa.
Centésimo Humano.
“Mirémonos de frente. Nosotros somos hiperbóreos, –sabemos muy bien cuan aparte vivimos.
ResponderEliminarNi por tierra ni por mar encontrarás el camino que conduce a los hiperbóreos; ya Píndaro supo esto de nosotros.
Más allá del norte, del hielo, de la muerte –nuestra vida, nuestra felicidad… Nosotros hemos descubierto la felicidad, nosotros sabemos el camino, nosotros encontramos la salida de milenios enteros de laberinto.”
FRIEDRICH NIETZSCHE