... Hubo Un Tiempo…
Hubo
un tiempo donde nuestro creador se erigía poderoso en el cielo, ese mismo
creador que nos había dado la vida.
En aquel
entonces el cielo que ves no era como lo es hoy pues carecía de lo que llamáis
Luna. esta llego después. En esta época que fue hace mucho tiempo atrás, nosotros
vivíamos en armonía con los dioses y los dioses nos brindaban su amor con la
belleza que emanaban. En aquel tiempo lo que vosotros llamáis SOL era un
infante pues su padre de tez mas rojiza era quien reinaba. Nuestro mundo fue
puesto aquí y le fueron dados dos hermanos: Venus y Marte.
Ellos
nos mostraban el camino del conocimiento de los dioses, del padre, de sus hijos
y de la belleza de los cielos. Mientras por una lado Venus nos daba la luz del
amor, esa misma que vosotros llamáis la estrella del amanecer y que nos hacia
soñar, nos deleitábamos con su presencia y era fundamental en los momentos de
cambios, de las uniones de las parejas, de las estaciones de abundancia y de
los deleites que traía todo esto. Por otro lado estaba nuestro hermano Marte
que nos protegía del poder de su padre que grande y esplendoroso se veía en el
cielo como un ojo. Esta danza celeste nos protegió por miles de años en los
que llamáis “La edad de Oro” cuna de todas las civilizaciones que pasaron y que
fundaron de manera única todo lo que la mente humana pudo concebir.
En
aquella época nuestro padre resplandecía imponente en el horizonte alzandose
por el norte y en ocasiones mostrando su poder, ¡oh grandiosa triada de titanes
que nos reinaban con sabiduría! en la gloria de las alturas se encontraban sus
dominios; cuando estaban juntos formaban lo que hoy llaman la rueda del destino
y en ocasiones el grandioso dios se mostraba con una cornamenta grandiosa en
verano y en invierno se protegía con su casco.
Esta
historia y aquel tiempo ha sido la interpretación de cientos de miles de
historias en este planeta y de las miles de similitudes entre pueblos, pues en
aquel tiempo nos reinaban los mismos dioses. En ocasiones los rayos gigantescos
de la hermana diosa alumbraban con la forma de las conchas del mar, en otras
como un tridente, en otras como la misma flor de la vida. El hermano orgulloso
en ocasiones nos mostraba la punta de su lanza en señal que estaba listo para
la batalla que en circunstancias normales no usaba.
Un
día todo cambió, el gran padre dios poderoso cambio de forma, comenzo a perder
su brillo. Estaba muriendo pues un gran invasor entro en escena y se creo una
lucha de proporciones descomunales, la hermana diosa que también era poderosa,
perdió la cordura y ya no emanaban las bellas formas que la caracterizaban sino
que con su cabeza serpentaria atacaba a
todos los titanes que se le acercaban. Su hermano entro en batalla tras haber
perdido a la madre de todos nosotros, despedazada en miles de trozos pues fue
muerta por el poderoso invasor. El hermano dios, guerrero orgulloso se apresto
al combate contra aquel invasor mientras el padre mórbido se alejaba al lugar
donde habría de descansar por el resto de sus días. La batalla tras la muerte
de la madre diosa fue feroz, rayos iluminaban el cielo de día y de noche,
temblaba y las mareas se alzaban impetuosas sobre los pueblos de los hombres
que impotentes corrían a las altas colinas para protegerse del embate del agua
que arrasaba lo que encontraba a su paso, las estaciones perdieron su sentido y
los hombres hijos de la primera humanidad morían por cientos de miles y con
ellos toda su grandeza que por cientos de miles de años habían construido. Mientras
tanto en el cielo el hermano guerrero impetuoso se batía en combate singular
hiriendo con su espada al invasor que aunque mas grande en tamaño no podía con
quien había servido de protector de sus demás hermanos menores. Fue entonces
que este gigantezco invasor lanzo su rayo de muerte contra el y el le contesto
con otro rayo de muerte. Podíamos ver como se batían en el cielo lanzádose
rayos uno al otro hasta que fue herido nuestro protector; en ese momento entro
la desaparición pues el y su hermana se batían con aquel singular gigante; lo
cierto es que el hermano dios guerrero fue herido casi de muerte pues vimos
como uno de los rayos le impacto en medio de su torso casi abriéndole de par en
par justo en ese instante el padre creador le dio un ultimo golpe al invasor
antes de apagarse, haciendo que este gigante huyera de donde había venido.
A partir
de ese instante nada fue igual pues al morir la madre y el padre sus hijos
tomaron rumbos distintos, uno de ellos tras las heridas de la guerra se refugio
en un lugar entre el padre y nuestro mundo, la hermana diosa bella y hermosa
nos alumbra siempre con el mismo amor desde lo lejos como siempre dándonos la
luz de la mañana, mas conocida como la estrella de la mañana.
Entonces
fue cuando el pequeño tomo el papel de amo y señor de los dioses pues el padre
ya no podia levantarse mas. Ahí comprendimos que ya nada seria igual. Nosotros los
sobrevivientes de esa primera humanidad vimos como con el paso de las eras el
nuevo rey nos trajo una compañera llamada selene o luna como le llamáis hoy
pues nuestro mundo estaba sumido en el caos y ella como amiga de la hermana
diosa nos proveió de luz en las noches y de estabilidad en el día disputandose
una y otra vez el tiempo del nuevo reino con el nuevo creador.
Hemos
perdido toda identidad de aquellos días y otros seres venidos de las estrellas
quisieron tomar el lugar del padre creador, de sus hijos, de su madre y de
quien hoy nos acompaña en nuestro viaje. Fueron otros tiempos, tiempos que
nosotros los primeros jamas olvidaremos y que permanecerán en los mitos de los
humanos modernos,tiempos de una humanidad donde todo era distinto en esa edad
dorada que vivimos y algunos aun se niegan a dejar atrás en el pasado donde
pertenece pues el antiguo rey tras la muerte de su compañera perdió la cordura
devorando a los hijos de los hombres. Kronos ha muerto y no hay marcha atrás.
Un nuevo
creador nos alumbra de oriente a occidente y aunque los antiguos se nieguen a
admitir trajo paz y prosperidad al reino de los dioses.
El reinado de Kronos ha terminado.
Centésimo
Humano.
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